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El ex líder del enclave alemán, Paul Schäfer, se encargó de anular la noción de familia y de perseguir y castigar las relaciones entre hombres y mujeres

Revelan detalles sobre el reprimido mundo de los colonos de Villa Baviera

Recientes observaciones de la policía y expertos revelaron que los niños no conocen las diferencias físicas entre hombres y mujeres y que los adultos no saben nada de sexualidad. Creen en la existencia del diablo y no conocen el valor monetario de su trabajo.

Claudia Urzúa

Fecha edición: 15-01-2006

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Durante decadas los jóvenes y los niños sufrieron todo tipo de maltratos, tanto físicos como sicológicos, de parte del ex líder del enclave alemán, Paul Schäfer. Estas agresiones se aprecian hoy en el comportamiento de los colonos.

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En La ex colonia dignidad viven cerca de 200 personas, la mayoría de ellas ancianos.

Tras la detención de Paul Schäfer, los habitantes de la ex Colonia Dignidad reciben semanalmente un grupo diverso de visitantes: jueces, autoridades de gobierno, detectives y sicólogos. Para los colonos de Villa Baviera no es fácil enfrentar la realidad que proviene del "mundo exterior" y los visitantes quedan sorprendidos ante la exigua expresividad de sus emociones y las creencias sobre la demonización del cuerpo y de la mujer.

La problemática sicológica de los colonos, ligada a la constante pregunta de si se trata de ¿víctimas o victimarios? es tan compleja que el ministro que investiga los delitos cometidos en la ex Colonia Dignidad, Jorge Zepeda, ha encargado pericias sicológicas- que se suman a las que encargó el Ministerio del Interior en 1997- entre los actuales habitantes con el fin de establecer la posibilidad de realizar imputaciones penales.

Las diligencias, a cargo del Instituto de Criminología de la Policía de Investigaciones, han confirmado, aparte de los delitos sobradamente conocidos como los abusos sexuales, torturas y la administración de sicofármacos, una serie de conflictos de comportamiento en la población.

El caso de un colono de segunda generación ha llamado profundamente la atención a los investigadores de la policía.

Se trata de un hombre de unos 35 años que presenta dificultades para establecer vínculos personales y una conducta racional y centrada. Presenta automatismo en algunas acciones y poca ligazón afectiva al momento de narrar hechos.

Represión y miedo

Actualmente, en la ex colonia viven unas 200 personas, la mayoría ancianos que fueron víctimas de la persecución de la vida en pareja en tiempos de Schäfer. El derrumbe de la secta trajo consigo una proliferación de la natalidad, por lo que hoy cohabitan cerca de unos 30 niños.

Sin embargo, en los tiempos del "control total" Schäfer se encargó de anular la noción de familia. La comunidad lo era todo, por ello convenció a sus integrantes de que el diablo existía y que se encarnaba en un ser concreto. Las mujeres -predicó- también eran creación directa de satanás, a diferencia de los hombres, que eran obra de Dios. Este dogma justificó la separación de personas por género, la prohibición de establecer relaciones sexuales, los crueles castigos y el maltrato a niños en el despertar sexual a fin de inhibir conductas naturales.

En el hospital de Villa Baviera -a cargo primero de la doctora Gisela Seewald y luego de Harmut Hopp- se castigó por acción y por omisión. Cuatro décadas de torturas y abusos marcaron irreversiblemente el desarrollo cognitivo de los habitantes de la ex Colonia, determinando hasta hoy su comportamiento.

Diversos investigadores han observado con estupefacción que los niños desconocen las diferencias físicas entre hombres y mujeres y que sus mayores no saben nada de sexualidad. Los colonos se muestran tímidos y amables y, salvo contadísimas excepciones, aceptan bebidas o alimentos proporcionados por extraños. Se ha observado también que con frecuencia los colonos responden con evasivas ante la pregunta si fueron víctimas de abusos o si conocen a alquien que lo fue.

Otro problema se detecta en la deficiente comprensión entre el valor del dinero y su relación con el trabajo realizado. La raíz de ello se halla en que los ingresos de los súbditos de Schäfer siempre fueron a parar a la sociedad a modo de diezmo, de modo que su bienestar económico se presenta hoy también incierto.

Las investigaciones comprobaron que los colonos tampoco conocen el descanso, las vacaciones o los seguros contra accidentes. De esto último se tiene constancia que hubo varios que desempeñaban sus labores bajo el influjo de sedantes.

El rol de la doctora Seewald

De la serie de capítulos negros que ha comprobado judicialmente el ministro Jorge Zepeda, la aplicación de sicofármacos para inhibir el desarrollo sexual de los niños ha sido el último delito por el que se han procesado colonos.

La doctora Gisela Seewald confesó ante Zepeda que durante años aplicó electroshock a niños como un mecanismo para sacarles -tal como ella afirma- el diablo que llevaban dentro. Por orden de Schäfer, la doctora Seewald trató a los niños con fármacos usados para el tratamiento de la esquizofrenia. La mujer y Paul Schäfer fueron procesados. Ella salió en libertad el miércoles pasado.

Actualmente, Zepeda se halla concentrado en encontrar restos orgánicos tras descubrir una fosa donde fueron enterrados detenidos desaparecidos.

Libro cuestiona rol del Estado chileno

Un año y medio de investigación, casi una decena de viajes a la Séptima Región y diversas entrevistas con colonos y ex habitantes del enclave alemán fueron parte del trabajo que condujo a los periodistas Claudio Salinas y Hans Stange a publicar "Los amigos del 'Dr.' Schäfer: la complicidad entre el Estado chileno y Colonia Dignidad". En el libro, los autores reconstruyen la formación del enclave alemán y afirman que los gobiernos chilenos, desde Alessandri a Lagos, encubrieron y ampararon las actividades ilegales de la secta de Paul Schäfer en Parral. "Todo lo que ocurría en la colonia se sabía desde fines de los años '50, comenzando con las denuncias contra Schäfer en Alemania por abusar de niños", comenta Stange, quien mencionó, como una de las "complicidades", las exenciones aduaneras que permitieron a los alemanes ingresar distintos artículos al país, entre los que pudieron haber armas. "Es evidente que existe un gran daño psicológico en los que viven o vivieron en Villa Baviera, pero eso no obedece sólo a su carácter de secta. sino al electroshock y los fármacos que se les administraban sin estar enfermos. Por ello, la investigación judicial debería tener exámenes médicos", puntualiza Stange.

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